Pues ya está lista para rodar. Ha costado meterla en el coche, pero después de quitarle la rueda delantera y pelear un rato con ella, se ha dejado hacer.
Decididamente, es enorme y pesa lo suyo, y mi equilibrio no se ha desarrollado de un día para otro, por lo que el primer intento ha sido un fracaso, aunque funcionar, funciona todo. Incluso el cambio de marchas, que creía que ya me lo había cargado, pero no, sólo estaba bloqueado por toquetearlo en parado -cosa que ahora sé que no se debe hacer.
El caso es que con tanto frío y de noche, tampoco apetecía hacer el tonto en bici, así que después de montar la rueda, que por supuesto no entraba (momento de nervios), probar la altura del sillín, desbloquear las marchas, reajustar el sillín, comprobar los frenos, reajustar el sillín (sí, otra vez), y no conseguir poner los pies en los pedales, me he rendido (aunque sólo de momento, ¿eh?) y nos hemos vuelto para casa.