viernes, 30 de diciembre de 2011

Un poco de investigación

Después de ver algunos vídeos en YouTube y bucear un poco por ahí, estoy bastante más animada. Esto está chupado. Y si no, siempre puedo apuntarme a un curso para torpes - ¡ah, perdón!, curso de iniciación-, y después a uno de mantenimiento y mecánica, que tampoco me vendrá mal.

Pero igual no me hace falta, en los vídeos parece todo tan fácil...


miércoles, 28 de diciembre de 2011

Día 0 (2ª parte)

Pues ya está lista para rodar. Ha costado meterla en el coche, pero después de quitarle la rueda delantera y pelear un rato con ella, se ha dejado hacer.

Decididamente, es enorme y pesa lo suyo, y mi equilibrio no se ha desarrollado de un día para otro, por lo que el primer intento ha sido un fracaso, aunque funcionar, funciona todo. Incluso el cambio de marchas, que creía que ya me lo había cargado, pero no, sólo estaba bloqueado por toquetearlo en parado -cosa que ahora sé que no se debe hacer.

El caso es que con tanto frío y de noche, tampoco apetecía hacer el tonto en bici, así que después de montar la rueda, que por supuesto no entraba (momento de nervios), probar la altura del sillín, desbloquear las marchas, reajustar el sillín, comprobar los frenos, reajustar el sillín (sí, otra vez), y no conseguir poner los pies en los pedales, me he rendido (aunque sólo de momento, ¿eh?) y nos hemos vuelto para casa.


Día 0

Por fin ha llegado. ¡Qué bonita, qué nueva, qué brillante, qué... grandeee! ¿Y dónde voy yo con esto? Si para subir dos escalones me tengo que agarrar a la barandilla. Pero es que era taaan bonita... Fue amor a primera vista, tenía que ser mía.

Hace cuatro años que voy detrás de la bici, así que ya era hora ¿no? Aunque había algunas razones objetivas por las que no me decidía:

  1. Mi sentido del equilibrio es nulo, cero, inexistente. No me sostengo a la pata coja.
  2. Aquí hay mucho tráfico... aunque ahora, con el carril-bici...
  3. Me da vergüencica aprender a ir en bici a mi edad.

¿Qué? ¿Vergüenza? No, no, no. Eso hay que superarlo. Si los demás pueden, yo también. Así que no hay vergüenza, ni miedo a caerme... y, si me caigo, pues me levanto y ya está, no pasa nada. Además, yo ya he tenido bici, hay pruebas de ello.

Mi primera bici... y última, hasta  hoy.

Bueno, era un triciclo... y eso fue en los 70, que ya ni me acuerdo, pero no puede ser tan difícil.

En cualquier caso, de momento hay que hacerle una sencilla operación de puesta a punto. Nada, montar los pedales, la luz delantera, el cesto, ajustar el  manillar y el sillín, probar los frenos, mirar las llantas y... ¡Anda! Las ruedas no tienen aire, y esto no lleva bomba, claro. ¡Uf! también habrá que bajarla a la gasolinera.






Y voy a necesitar un esquema con dibujicos para saber qué es cada cosa, porque aquí hay muchas piezas y cables y tornillos por todas partes y la verdad es que no veo para qué puede servir todo esto. ¿Las bicis de antes eran así? Y lo de las marchas ¿cómo irá? ¿Me hará falta una luz trasera? ¿Y una cadena antirrobo? ¿Y si me la roban?

¡Ay, ay, ay! que aún no me he puesto y ya me está entrando la pájara. Y cuanto más la miro más grande me parece, que no sé si me haré con ella.

En fin, siempre puedo revenderla en eBay...