Como no hace demasiado calor me voy a validar el registro de la bicicleta.
Podría ahorrarme un trozo en el tranvía, aunque la otra tarde me tuve que bajar porque se estaba llenando y hoy es más o menos la misma hora, así que mejor me lo hago todo de tirón y me sirve de prueba.
Desde el centro cojo un trozo de carril-bici nuevo. Doy más vuelta, pero al derecho me encuentro con las obras y va a ser muy complicado cruzar.
A pesar de ser un poco estrecho y comerse media docena de paradas de bus, lo cierto es que se va muy bien y llego en un momento. Los semáforos están sincronizados y me los encuentro casi todos abiertos. ¡Así da gusto!
Una vez allí me dan una tarjeta identificativa, unas pegatinas con el número de registro y un líquido para que quede marcada igualmente en caso de que intenten quitarle las etiquetas.
Me vuelvo por el otro lado, que es el camino que utilizaré más adelante para ir a trabajar. Muy parecido al trozo que he hecho de ida, a lo mejor un poquito más largo, seguramente porque ya voy más cansada.
Casi estoy llegando y en un giro meto no sé cómo la rueda en el carril del tranvía. Vuelvo a caerme y esta vez me hago daño, pero de verdad. Y menos mal que no llevaba ningún coche detrás.
Me duele un pie (entre otras cosas) y la rueda trasera va muy frenada, pero puedo montar y llegar a casa, donde hago una valoración de daños:
- el hombro derecho golpeado
- el costado dolorido
- la rodilla derecha desollada
- el pie izquierdo... no sé si torcido o sólo es otro golpe
- el guardabarros trasero desencajado
- y la pobre cesta deformada otra vez
Pues nada, arreglo lo que puedo, me doy unas friegas y me pongo con las pegatinas.